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LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE EXPERIENCIA DE ROSARIO AMADOR (1.986) Todo comenzó en la población de Plato Magdalena, en un hogar conformado por cuatro hermanos. A los 11 años de edad recibí a Jesús como mi Salvador, juntamente con mi mamá y mi hermanita, sabía desde ese momento que DIOS tenía grandes cosas para mi vida, y a medida que pasaba el tiempo y me educaba secularmente, DIOS aumentaba el deseo de servirle. Después de haberme graduado como trabajadora social, el Señor me llamó para que ayunase por 40 días. Yo no quería porque para mí era algo muy difícil de aceptar ese querer de DIOS, huí muchas veces de la voz de DIOS y fueron muchas veces que Él mandaba a sus siervos para recordarme que era necesario ayunar. Un día mientras realizaba una vigilia en el barrio La Esmeralda en Barranquilla, mi mamá estaba conmigo; y a las 3:00 de la mañana el Señor me dijo, que fuese a la Sierra Nevada y que el 5 de junio de ese mismo año, en el que Él me estaba hablando, que era en el año 86, yo tenía que ayunar por 40 días; y en ese lugar yo me preparé. Y el Señor me dijo, que si yo renunciaba a todo para servirle a Él, tres veces oí su voz, y su mano colocada en mi hombro. Y llorando, le dije, Señor renuncio a todo y te sirvo. El 5 de mayo comencé a ayunar, para mí era algo maravilloso, nunca había ayunado tan largo; Al cuarto día me sentía muy mal, eran las dos de la tarde y yo estaba encerrada en mi cuarto. (Y después de DIOS solamente el que me acompañaba era mi perrito, el cual ayuno 33 días conmigo) Y a esa hora escuche unos pasos, abrí mis ojos, entonces comprendí que algo horrible estaba pasando, vi una figura siniestra que traspasó la puerta y se dirigía al lugar donde yo estaba, lo cual era mi cama; Comprendí que era el diablo y comencé a reprender en el nombre de Jesús, y desapareció. Dije Señor yo quiero que a las cinco de la tarde tú me visites, le dije a la hermana que estaba en casa, que colocase una mecedora al lado mío, porque el Señor me iba a visitar a las 5 en punto. Eran las 5 de la tarde cuando yo vi que una luz traspasó mi cuarto, unos pacos detrás de mí y luego alguien se sentó a mi lado, tomó mi mano derecha y me dijo: yo soy Jesús, y he venido aquí a quitarte este dolor, hoy es el diezmo del ayuno, y desde hoy vas a seguir ayunando, porque yo te voy a ayudar. Pasaron los días, todo era maravilloso, el Señor me respaldaba. Mi papá no aceptaba esa realidad, a él le preocupaba el que yo no comiese, pero yo sabía que Jesús estaba a mi lado. Fueron pasando los días, sentí algo tan hermoso, y que Jesús estaba a mi lado y me estaba ayudando. A los 33 días vinieron unos hermanos de varios lugares, ellos me llevaron a la iglesia, pero algo ocurrió en el camino; aunque llevaba el rostro cubierto, yo veía a los demonios que arrasaban las calles y hacían daño a las personas, sin embargo en la iglesia todo transcurrió bien. A los 36 días, en la noche sentí deseos de orar por los enfermos y como pude fui a la iglesia. Y yo estaba en el patio y cuando entre a la iglesia muchos eran tropezados por mis cabellos o por mi falda y ellos caían al suelo, yo quise agarrar a alguien, pero no pude, sentí un dolor en mi cabeza y en piernas, desde entonces comencé a sentirme muy mal. Al día siguiente tenía ya 37 días de ese maravilloso ayuno, no podía levantarme, no podía caminar, mis piernas no las soportaba, mi presión aumentaba, sentía un dolor en mi pecho, mis venas se hincharon, mis arterias querían estallar, yo lloraba, mis hermanos se angustiaban, no sabían que hacer; me llevaron al patio, me acostaron en una colchoneta, el pastor ordenó que todos los ventiladores estuviesen funcionando, los hermanos me daban una cosa, me daban otra, me atendían, me colocaban agua de hielo, pero la presión seguía aumentando. A las 11 de la mañana, yo me encontraba en una agonía terrible, era algo tan tremendo; de pronto una hermana me dijo: «hija mía lucha, no te dejes morir». Y yo le dije, hermanita yo nada puedo hacer, ya mis piernas estaban muertas, mi cuerpo estaba muerto, mi mano izquierda no respondía, solamente podía mover mi mano derecha, mi lengua comenzó a enredarse, luego otra hermana llorando me dice: «hermana luche». Yo le dije, no puedo, la hermana Rosario se está muriendo; Pero yo sé que me espera algo maravilloso, me esperaba el Reino de los CIELOS, porque yo veo que los CIELOS se abren y una voz me dice que me está esperando. Aquello era tan difícil para mí, era tremendo y me estaba sucediendo a mí. Luego perdí la movilidad de mi otra mano, mi lengua se en redo más y fue en ese momento cuando frente a mí apareció mi vida. Quien había sido Rosario desde niña, hasta ese momento, conocí muchas cosas que había olvidado, comprendí que era el Señor que me estaba esperando, yo le dije a mis hermanos, no oren más, porque están retrasando mi partida, mi cuerpo sufre, pero mi alma tiene paz, porque yo voy al Reino de los CIELOS. Cuando era la una en punto, un ángel traspasó la ventana, y se paró delante de mi cuerpo, extendió sus manos, y cuando extendió sus manos; yo sentí un dolor en mi pecho, un dolor en mi cerebro, sentí un dolor muy grande, un dolor nunca experimentado. Como si alguien cogía un cordón y comenzase a estirarlo y se parte. Mi alma salía de mi cuerpo y de pronto queda un cuerpo tirado sin vida, muerto, con una falda salmón, un suéter blanco, pero se levantaba en ser vestido de blanco, al lado de aquel ángel. Todo era confusión para ellos, la hermana Teresa Hernández le decía, pastor, Rosario se fue, y ahora que hacemos; el pastor y su esposa oraron, ellos estaban en agonía. Pero Julio Herrera, que estaba ahí, dijo: «Señor te la llevaste, pero yo creo que tú la volverás, estoy seguro que no pasarán más de 5 horas». De pronto en ese momento yo veo que ellos lloraban y le pregunté, al ángel, ¿ellos porque lloran?, Y él me respondió: «ellos no han comprendido que tú has pasado de muerte a vida». Fuimos pasando un lugar, pasamos un primer CIELO, un segundo CIELO, y el tercer CIELO. Y en ese lugar apareció el Señor, rodeado de muchos ángeles; Y Él extendió su mano hacía mí y me dijo: «Ven hija, entra al seno de tu Señor, aquí las lágrimas de los Santos son enjuagadas, aquí no hay llanto ni dolor». Me tomó en su seno y me abrazó, y me tomó en sus manos, y me dijo: «hija, voy a mostrarte algo». Y de pronto frente a mí, aparecieron coronas, que giraban y giraban, eran muy lindas. Unas tenían más piedras que otras, era maravilloso, y le dije: Señor, coronas, ¿para quién son? Y me dijo: “esas coronas son para los fieles, porque el que persevera hasta el fin ese será salvo; esas coronas no serán para los cobardes, no son para los que niegan mi Palabra, no son para los que comienzan y luego se apartan de mí.” Luego me tomó en sus manos me llevo a un hermoso salón, y en ese salón había una mesa interminable, había muchas sillas, comida servida, había copas, cubiertos, y me dijo: “mira ya todo está preparado, solamente estoy esperando la orden de mi Padre, para ir a buscar a mi iglesia, y celebrar las bodas del cordero.” Él estaba vestido de novio. Luego, me dijo: “quiero que veas algo más”. Y me llevó a través de un paraíso maravilloso, donde había muchas personas, no había vejez, todos eran como niños de 12 años, ellos reían, jugaban, cantaban, alguien sonriente se acercó a Él con una flor. Fui llevada a través de unos árboles y un río que corría trasparente, cristalino. Y mirándoles a ellos, me dijo: “ellos no tienen necesidad de luz, porque yo soy la Lumbrera para ellos”; Era una luz maravillosa, que no molestaba, era una luz nítida, hermosa. Nunca había visto un lugar tan hermoso y maravilloso como ese. Aquellas plantas se movían, y como allá, cuando se mira, se está hablando, comprendió que yo le preguntaba: ¿y porque se mueve esto? Él me dijo: “Mi espíritu se mueve en este lugar”. Le dije: ¿Señor hay alguien aquí que yo conozca? Y me dijo: - “Esto no es lícito saberlo, todavía no es tiempo; pero puedo decirte que aquí están mis siervos, aquellos que dieron su vida por mí, aquellos santos hombres y mujeres que me fueron fieles. Allí estaban los apóstoles, María, había muchos siervos de DIOS que habían partido. Yo le vi un instrumento en sus manos y cantaban canciones al Rey que vive para siempre. De pronto, me dijo: voy a mostrarte algo. Y vi una ciudad descendiendo, una ciudad que brilla, sus calles de oro, aquellos apartamentos trasparentes, una ciudad maravillosa. Y en esos apartamentos hay una puerta, y cada puerta el nombre de cada Persona, y Él me dijo: “yo antes de partir preparé lugar para vosotros, para donde yo esté vosotros también estéis, yo he preparado morada para mi pueblo”. Me dijo: “tengo algo para ti”. Yo sabía que era algo maravilloso, y vi algo tan hermoso, era un lugar alto donde hay una luz, una luz que no se puede mirar, era el gran trono del Padre, era hermoso, aunque no se puede deslumbrar, y un resplandor tremendo, solamente podía ver muchos seres de blanco que se postraban delante de aquel Ser y decían: Santo, Santo, Santo, Jehová eres Santo. Me sacó de ese lugar y me llevó a través de un paraíso; muchas flores lindas de muchas clases y diversidad de colores, pasamos por ese lugar, y luego me llevó a un lugar especial, había muchas margaritas como de un metro de alto, su tallito verde, el centro amarillo y sus pétalos blancos; se movían como onda, y yo le dije: Señor que lindas son esas margaritas ¿de quién son? Y me dijo: “son tuyas, fueron sembradas para este momento, ellas estaban esperando este momento”. Y yo le dije: Señor yo quiero arrancar margaritas, ¿puedo?, Y Él me dijo, que sí; todas las que quieras. Y yo empecé a arrancar margaritas, corría de un lugar a otro y arrancaba margaritas, y arranque tantas que con mis dos brazos hice un ramo; luego busqué al Señor, como cuando un niño busca a su papá, no puedo con el peso que tengo en mis manos, yo le dije, Señor mira todas las margaritas que yo arranqué; me miro y me dijo: “llorarás, pero yo estaré contigo; sufrirás, pero yo estaré a tu lado, los que hoy son tus amigos mañana te aborrecerán, los que hoy están a tu lado mañana te darán la espalda; sufrirás, pero yo estaré dispuesto a ayudarte”. Yo le dije: Señor, yo me voy a quedar aquí contigo verdad; y me dijo: “no todavía, no es el tiempo”, me miraba con una ternura y amor, una mirada suave, llena del profundo amor que el sólo sabe ofrecer a sus hijos. Luego me dijo: “yo te traje a este lugar para que le lleves este mensaje a Colombia y al mundo, a mi iglesia. Y yo quiero que tú le digas que yo voy pronto a levantar mi Iglesia, una Iglesia sin mancha, una Iglesia que lavó su ropa con la Sangre del Cordero, que se mantuvo sin pecado, que espera mi venida, diles que se arrepientan, que yo voy pronto, que se preparen». Después, me dijo: “mira esto”. Y apareció el mapa de Colombia, y me dijo: “mira es Colombia”, y en el centro del mapa una Paloma Blanca se puso, y me dijo: “voy a derramar mi Espíritu en Colombia, y habrá un avivamiento como nunca ha habido en Colombia, y voy a levantar hombres y mujeres; y a través de ellos me voy a mover en Colombia, embajadora del Rey serás, y todo aquel que yo llamare a este ministerio, Embajador del rey será también”. Me dijo: “Mira, aquí hay muchas personas que te voy a mostrar que ya tú conoces, otras tú no las conoces, otras no se han convertido, pero las vas a conocer y se van a convertir”. Si, a muchos conocía, a otros no, y otros no se han convertido; vi muchos pastores que DIOS me mostraba, vi evangelistas, vi hombres y mujeres que se levantaban, y en este recorrido que he hecho predicando este testimonio he visto a muchas personas que conocí. Él me mostró algo maravilloso, como en una película me mostró a todos los que estaban ayunando; eran 60. Y me dijo: “hay 60 personas ayunando, pero solamente estoy recibiendo el ayuno de 3”. Y comenzó a darme mensajes para cada uno de ellos: porque muchos me niegan los diezmos, y otros no me obedecen, y comenzó a redactar una a una todas las cosas que ellos hacían. Fue allí donde Él me mostró la condición de muchos hombres, líderes de Colombia y el mundo, muchos que se ven grandes, pero delante de Él no son. Luego me mostró el firmamento y me dijo: “La Tierra es el estrado de mis pies”. Me preguntó porque las aguas no se derraman, y le dije: Señor tú lo sabes. Me dijo: “yo todo lo sostengo con mis manos, porque para mí todo es posible, y todo lo hago perfecto”. Yo le dije: Señor yo me quiero quedar contigo, y me dijo: “no, tú fuiste traída a este lugar para que lleves este mensaje a mi Iglesia, y tú lo llevaras, porque falta mucho por recorrer, y porque fueron muchas las margaritas que tu arrancaste; serán tantas veces que tendrás que predicar esta Palabra; Y donde quiera que llegué una margarita de esta, yo haré prosperar mi Palabra en ese lugar y en esas vidas que escuchasen este testimonio”. Me dijo: “Cuando tu regreses, tú le dirás que iras al sur del Cesar, y cuando eso se cumpla, ellos entenderán que tú hablaste conmigo». Yo le dije, una vez más, Señor yo me quiero quedar contigo. Y me dijo: “no, no es el tiempo, además, mira esto que te voy a mostrar”. Y vi el lugar donde había quedado ese cuerpo tirado, y un siervo, Pedro Julio Herrera, no habría su boca, solamente en su corazón, pero al CIELO llegaba como un alto parlante; y él decía: «Señor han transcurrido ya casi 5 horas, Señor vuélvela a la vida. Y el Señor, me dijo: ¿no responderé yo la oración de mi siervo?, Tengo 5 minutos para regresarte. Me tomó en sus brazos y comenzamos a bajar, y a bajar, de pronto aquel cuerpo estaba tirado, y esa alma entró al cuerpo. Mi cuerpo tembló y yo me senté llorando y temblando. Y les dije: Hermanos, yo estaba muerta, pero Cristo me ha dado la vida. Y todos lloraban de gozo. Y el Señor permitió, que como había sido un derrame, permitió una hemorragia, para que expulsase toda aquella sangre negra, detenida, coagulada, salió; y quedo mi cuerpo limpio. Después de haber terminado mi ayuno de 40 días, el Señor antes de partir, me dijo: “tu iras a otro lugar que es necesario que tu conozcas, para que tú le cuentes a mi pueblo lo que es necesario que ellos conozcan”. Yo pensé que era en Bogotá o en Medellín o fuera de Colombia para dar el testimonio. Pasaron algunos meses y yo empecé a dar el testimonio, yo sentía la bendición de DIOS, pero una vez, yo estaba en una campaña, en un pueblecito pequeño y frío. Estando allí a alguien no le gusto que yo estuviese predicando, era un joven que me atacó mucho, y me amenazó, y en el penúltimo día de mi campaña él murió. Yo entre en un ayuno buscando al Señor, y esa mañana el Señor me dijo: «vas a hacer un viaje». Y yo alisté mi maleta y mi ropa, porque yo pensé que el Señor me estaba diciendo que me fuese de ese pueblo. Pero era otro viaje, el cual el Señor estaba hablando. En un momento, a pesar de que todos sentían frío, yo sentía un calor, y un dolor en mi cabeza, sentía un fuerte fogaje en todo mi cuerpo y tenía miedo, mientras ellos entraron a un cuarto a orar. Luego yo me metí a un cafetal y salí, y me fui a la pieza donde estaban orando; Y les dije que orasen por mí, porque se me sentía muy mal, y yo me arrodillé, y cuando comenzaron a orar por mí, sentí una pulsada en mi corazón y caí al suelo. Y sentí que tomaron mi alma y que me transportaron por un túnel oscuro y maloliente. Ellos me cuentan que quedó un ambiente terrible, los perros aullaban, se sentía un olor a muerte. Yo sabía que el Señor iba a mi lado, pero iba a través de un túnel horrible y mal oliente, aparecieron muchas figuras terribles, horripilantes, era espantoso aquello. Y yo le decía: Señor sácame de aquí, yo no quiero ver esto. Porque unos tenían cuerpo de hombre y rostro de animales o viceversa, esas figuras se me lanzaban, y cuando se me iban a acercar, el Señor, les decía, no ella me pertenece. De pronto yo comencé a escuchar ayes y lamentos, escuché que decían: ay, ay, esto es para siempre y no termina. Muchos gritos y lamentos; luego llegamos a un lugar muy oscuro, y había un gran vacío, un gran abismo, y vi como caían muchas personas, con una banda, como la que les colocan a las reinas, y en esa banda, tenían escrito el pecado que más les había caracterizado cuando estaban con vida. Unos decían ladrones. Y el Señor me dijo: «mira aquí hay muchos que nunca me dieron ofrendas, ni diezmos». Como en forma simbólica, yo vi caer a muchos con Biblias en ambas manos, eran muchas las personas, eran miles y miles. Era horrible, los demonios los traían agarrados de las manos, y les decían, viste, viste, para que creísteis lo que nosotros te decíamos, ahora muérete y consúmete. Era horrible, un gusano amarillo, con la punta negra los atormentaba, unos maldicen a Cristo, otros a DIOS, otros decían: ¿por qué rechazamos la Palabra? ¿Por qué no hicimos caso de la Palabra de DIOS? Lloraban, pero era demasiado tarde, había muchas celdas, y en esas celdas estaban como encadenados. Y allí estaba Pilatos, Judas, ahí había muchos que han hecho demasiado daño, ellos gruñen, maldicen. Ver tantas personas que maldicen al Señor, y yo le dije: Señor sácame de aquí, esto es horrible, yo no quiero ver más. Y el Señor me dijo: «no tienes que ver». Le dije: ¿Conozco a alguien? Y me dijo: «no es el tiempo, pero quiero que veas algo». Y en ese lugar estaba aquel joven que tanto me había atacado, aquel al que antes de morir, le dije que aceptara a Cristo, y me dijo que no, y murió asesinado; él estaba allí, lleno de odio y amargura. Caminamos, y en una gran cima decía ¡Bienvenido al INFIERNO!, Y había un Lago de Fuego, grande, interminable. Allí no había nadie, y dije: ¿Señor tu creaste esto para los hombres? Y dijo: «No, esto fue creado para Satanás y sus ángeles, pero los hombres amaron más las tinieblas que a la luz, y todo el que práctica el pecado es hijo del diablo, y vendrá a este lugar». En un momento después, una figura horrible, con unos brazos como si fueran patas de animal, se quiso acercar a mí. Y el Señor, le dijo: «No, porque a mí me pertenece». Luego vi que haya eran por jerarquía los demonios, de mayor a menor, y lo peor fue que un jefe les dijo: «Asamblea, asamblea». Y se sentó en el centro, y alrededor de él muchos demonios, y se levantó uno y dijo: “yo que soy enfriamiento propongo ir y enfriar las iglesias ahora mismo”. Y de pronto fue dada la orden, y al poco rato decían, jefe, estamos enfriando las iglesias, ya no quieren orar ni ayunar. Y se paró otro y dijo: «yo que soy división, propongo dividir las iglesias». Y al poco rato, decían jefe ya las iglesias están dividas. Se paró otro y dijo: “yo que soy distracción propongo distraer la Iglesia, para que no oren ni ayunen, les voy a poner bastante trabajo y diversiones para que no oren”. Y al poco rato se decían, lo tenemos ocupados y distraídos. Luego dijo otro: «yo que soy resentimiento propongo que los evangélicos se resientan unos con otros». Y al poco rato, jefe, jefe, ya los evangélicos están resentidos unos con otros; cuando el pastor no los saluda, ya se resienten con el pastor. Era terrible escuchar a esos demonios dando opiniones, y yo dije al Señor: Señor sácame de aquí rápido. Y Él me dijo: «Hija mía, yo te trajee a este lugar para que vieras todo esto y le digas al mundo que se arrepientan verdaderamente, que yo voy pronto, voy a levantar mi Iglesia, y diles, y existe un INFIERNO». Me dijo: «ven, vas a salir conmigo, porque los tuyos te esperan». Y el Señor en sus brazos me sacó de aquel lugar, y cuando me devolvió a la vida, me tenían acostada en una hermosa cama, y ahí el Señor, me dijo: Proclama estas dos verdades a todo el mundo, a Colombia y a mi Iglesia. Hermano mío busca a DIOS verdaderamente y sírvele a Él con todo tu corazón y toda tu alma. Rosario Amador Sierva de Dios Carrera 35c 76-92 Las Mercedes 3650791. Pastores Alfredo Vargas y Rosario Amador Barranquilla, Colombia. MISIÓN CUADRANGULAR https://web.facebook.com/CasaDeeOracionFiladelfiaa ![]() |
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